El hombre vestido de gala,
esperando en los arcos de un largo corredor. El silencio incomodo de lo espera tras los arcos,
hace que su pulso se acelere.
Una joven mujer vestida con un
largo vestido blanco de boda, sale al encuentro del hombre.
El hombre y la mujer sin palabras
se observan en esta situación como si
fuera una única e irrepetible. Como si fueran un acto reflejo y mágico, se sonríen
mutuamente. Si por un momento pudiera
leerlas mentes, se estaría preguntado la misma pregunta “¿Eres feliz o solo sonríes?”
El hombre realiza un gesto de admiración
por ella. En respuesta la mujer se lleva sus manos a los labios, silenciado su
propia voz.
El hombre le tiende el brazo a la
mujer. Ella responde cordialmente,
extendiendo su mano hacia la suya. Se entrelazan sus dedos, encaminado
hacia por el pasillo.
Sus pasos resuena por la
estancia. Sus cabezas resuenan las
preguntas y las dudas. A cada paso que dan la estancia empieza estar mas
iluminadas y disolviendo sus dudas y preguntas.
El hombre se detiene ante la mujer.
-Solo deseo una cosa en esta vida y es que seas feliz por siempre...- dice el hombre como si fuera una ley que siempre se cumplirá.
La mujer se echa los brazos del hombre y le da cálido abrazo. EL hombre le da un beso a la mujer.
Recompuesto, vuelven a sus posiciónes, atraviesan el arco y la luz les inunda.
Extraída de la película "El padre la novia" de 1950 |