domingo, 15 de noviembre de 2015

[Microrelato] Un papel arrugador

Cuando me fui de viaje, estuve en un albergue para pasar unos días y descansar. Un día cuando me dirigía a mi habitación, encontré un papel arrugado en el suelo. Lo recogí para dejarlo en un lugar apropiado: La basura. En el momento que fui a tirarlo a una papelera, me di cuenta en el interior de ese papel, había algo dibujado. Recupere el folio dentro de la papelera. Desplegué el papel alisándolo con la mano y la pared.
Era un dibujo de un paisaje cercano al albergue: una montaña de fondo, el sol en una esquina, varios arbolitos retorcidos con puntitos negros y verdes, en la esquina inferior el nombre de un niño. Unas lágrimas brotaron de mis ojos. “Un recuerdo clavado en mis ojos”
Alce la mirada hacia al cielo, intentando recordar ese recuerdo clavado en mis ojos. Recordé cuando era pequeño, dibujaba en suelo durante las excursiones. Dibujaba y pintaba sobre aquellas cosas que me llamaron la atención durante la excursión. Estaba orgulloso de mi dibujo, lo guardabas en una carpeta. Con el paso del tiempo, mi vida cambio como todas las personas. Durante la limpieza y reorganización de mis papeles, tire aquella carpeta y puse otra carpeta en ella estaban mis títulos que había recopilado con el paso del tiempo.
Me seque las lágrimas de mis ojos. Volví a mirar el dibujo, pero no mire con los ojos de mí ser adulto, sino los ojos de mi infancia. Era dibujo que me habría costado unas dos horas. No tendría los colores iguales, tendría que utilizar tonos más cercanos a mi disposición. Lo miraría con orgullo, sería perfecto para colgar en mi propio museo o hasta mejor, lo pondrían en el museo de mi ciudad, así todos podrían ver mi obra de arte…
Algo hizo que cambiara mi visión, vuelvo al mirar el dibujo, ya no es dibujo de mi infancia, sino otro dibujo hecho por niño. Valoro el esfuerzo por realizar dicho dibujo, pero para mí no tiene el mismo valor. Si yo lo hiciera, sería algo distinto, tal vez con más técnicas o más medios que el autor, con la experiencia acumulada con los años, reflejando mi espíritu y mi situación actual.
Oigo los pasos de alguien que viene por detrás de mí. Me giro por instinto. Veo un niño que se acerca mi y se detiene a un metro de mi.
-Señor, ¿Puede devolver mi dibujo? – Pregunta el infante- Lo he perdido en….
Hinco la rodilla en el suelo. Le extendiendo el brazo con el dibujo. De manera que lo pueda recoger.
-Cuidadlo con si fuera un tesoro – Le comento al niño.
-Gracias, Señor… - Me agradece sin entender mis palabras y gestos.





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