sábado, 18 de octubre de 2014

Capitulo 1. Introduccion

14 de Octubre de 1901, Nueva York
“— Sí, —dije yo;— vámonos ya.
  Por el amor de Dios y Montresor!
 — Sí, —repetí;— ¡por el amor de Dios! —
 Más aguardé en vano respuesta a estas últimas palabras. Me impacienté. Llamé en alta voz:
 — ¡Fortunato! —
 No obtuve contestación. Llamé de nuevo: Tampoco hubo respuesta. Introduje una antorcha por la abertura que quedaba y la dejé caer dentro. Sólo respondió un repiqueteo de los cascabeles. Mi corazón se oprimió; sin duda la humedad de las catacumbas era la causa… Por más de medio siglo ningún mortal los ha removido jamás.
¿1901? Nueva York

Estas fueron las palabras que debí repetir en el momento que me estacaron en el corazón, con trozo de madera.
No sé cuánto tiempo paso, tal vez semanas, meses, años,… Cada vez sentía que la presión de la estaca se hacía mal débil dentro de mi corazón.
¿XXXX? ¿Nueva York?
Los golpes apremiaron a contra las paredes de albañilería que le contenía su sepulcro de albañilería.
La luz inundo la estancia. Un terror primitivo aclamo a mí ser. Su antiguo enemigo, la maldición del Padre oscuro y herencia de sus hijos: El Sol.
“Si he de morir, mira la muerte de frente, así no seré un cobarde cuando tenga redimir mi alma”- Pensó mientras observa la luz. Sentía extraño, el haz de luz era fría y no calentaba su cuerpo maldito. No comprendía que estaba pasando. Su miedo se volvió a replegar a otro más peligro, más cercano y más inmediato. Una enorme bola de acero se le venía encima de mí. Otro golpe contra mi sepulcro. La trayectoria de bola cambio, sino hacia nada, iba a ser aplastado. La bola se iba acercando más y más.
Solo había una solución: retira la estanca del mi pecho. Junte todas las fuerzas de mi ser que tenía en sus brazos. El acero estaba más cerca. Tense los músculos mis manos paralizadas por el tiempo hasta llegar la estaca…La bola de acero que debería pesa una tonelada…la bola de acero de oscuro y luego el golpe…

Un hambre aclamaba en mis sentidos. Salí corriendo, mientras oía como las bolas de acero destruían el edificio.  

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