Otra parada del tren en su
camino. Miro con curiosidad quien se iba encontrar en esta parada.
Esta vez subió un extranjero al tren,
por su forma de vestir parecía ser un trabajador que iba a trabajar. Tenía la
mirada cansada y sin ánimos. Se sentó a dos asientos de distancia del donde estaba
el viajero.
El viajero miro con curiosidad al
extranjero con su mirada crítica igual que había le había enseñado a la mujer
del niño artista. La primera mirada, se percato que iban con prisa y que tenía
el tiempo muy contado por su forma de vestir. Realizaba mirada cada por
tres al reloj y a los letreros de las
paradas del tren. En una segunda mirada, comprobó que tenía una ligera compulsión
o manía de casi cíclica: Sacaba una cartera de un bolsillo que tenía en el pecho casi a la altura de su corazón, su
rostro se ponía tenso, abría la cartera y miraba algo que estaba en el interior, su semblante cambiaba por uno más
alegre la cual duraba casi veinte minutos, aproximado, y luego repetía el mismo
ciclo una vez y otra.
El viajero se puso leer una
pequeña novela que tenía pendiente de hace un tiempo.
En la siguiente parada el tren se
volvió a llenar, pero dejando un sitio libre en el asiento al lado del
viajero. Casi todo el mundo se había acomodado
en su sitio, excepto una persona que se coloco delante del extranjero.
-
¡Ese es
mi sitio!- Le grito al extranjero como si tuviera toda razón del mundo.
El hombre lo miro extrañado como
si le hubiera acusado de romper un plato invisible.
-
¡Sí! ¡Tu
animal! – Le señalo con el dedo de forma acusador – Lo que me faltaba un animal sin cabeza, que no entiendes ni una sola la palabra este ocupado mi sitio.
La situación estaba poniendo muy
tensa cada segundo que pasaba. El resto de los pasajeros mira con miedo y con
indiferencia, dado no le importaba o no
le afectaba directa o indirectamente.
El viajero se levanto hacia donde
estaba el conflicto.
-
Perdona,
cerca de mi hay un sitio libre y es bastante más amplio este , si quieres puede
sentarme a mi lado.- Con una voz tranquila y sosegada.
La persona se giro hacia al
viajero.
-
Muchas
gracias, menos mal alguien educado en este tren donde permite el paso a
cualquiera…
Se encaro con la otra persona.
-
Me no me refería
a usted, me refería a él. Le hizo un
gesto para que le acompañara.
Sin casi entenderlo y el
extranjero cedió su sitio y se acomodo junto el viajero cerca del viajero..
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