sábado, 8 de noviembre de 2014

[El viajero] El tren (novena parte)

El viajero miro con curiosidad al extranjero. Sintiéndose un bicho raro, pero un bicho sabia que de que iba el asunto.
-¿Por qué debía tenerle miedo? –Dijo con toda tranquilidad el viajero que es otorgada por la experiencia y el conocimiento de los años – Se que le pasa y comprendo su dolencia.
El extraño miro con los ojos desorbitados, tal vez dentro su interior estuviera formulando la siguiente pregunta. ¿Como sabe que tengo una enfermedad y actúa de una forma casi impávida, sin miedo?.
-¿Sabe que me sucede?– le pregunto el extranjero en un tono bajo casi podría haber sido un susurro.
-Si, - respondió confianza, mientras apostillaba el apelativo de educado de su lengua materna para referirse un hombre o un caballero- Usted padece hemofilia…
La seguía mirando asombrado con cara de asombro por identificar la enfermedad en un intervalo de tiempo excesivamente corto.
-¿Cómo has sabido padecía hemofilia?- pregunto el hombre nervioso.
- Por tu manera de actuar y de hacer las cosas- respondió llanamente el viajero. – Sabias actuar de manera precisa y prudencial. Otras personas se habrían sobre saltado un ataque de nervios por verse sangrar. Otro dato que me dio la pista, es tu tiempo que has estado sangrado por la nariz, de lo normal solo dura 5 a 20 minutos, has estado más tiempo  de los normal.

El extranjero agacho la mirada mientras meditaba las palabras del viajero. Un pensamiento pasó por la cabeza del extranjero. Conocía la enfermedad y como debía tratarla en cada momento.

-¿Padeces esta enfermedad?- pregunto con curiosidad y con cierta esperanza de sentirse dentro con uno de sus pares.
-No- mientras negaba con la cabeza al extranjero - ni tampoco soy portador, pero mi padre era hemofílico. Por eso, se como se trata la hemofilia. También existen varios grados y también que no es una enfermedad contagiosa como la gripe.
El extranjero, asintió como si todo lo que hubiera dicho una verdad tras otra. El razonamiento era completamente valido y plausible.

El extranjero repitió su ciclo vicio casi sin darse cuenta. En ese momento, se percato que le había cazado en manía personal, pero el viajero no le dio más importancia de percatarse de su vicio personal.

-Debo parecer un extraño con esta manía mía…- dijo el extranjero mientras agachaba la mirada como si fuera una chaval que le había pillado haciendo una trastada.
-Es normal que le preocupes por su infante… -dijo el viajero, mientras miraba la ventana del tren. -… porque es una parte importante de su vida.
-Ya,….- El extranjero tiro su cabeza casi hasta dejarlo entre sus piernas – pero tengo miedo que sea rechazado por lo que es…
- Solo -  Se volvió hacia al extranjero- es un infante,- el extranjero se sacudió ante la idea más inocente- nada más. Tenemos miedo aquello es desconocido o nos da miedo, pero ellos están bendecidos con el don más preciado: por su propia inocencia. Ellos también puede jugar con otros niños, ser felices, justos, mimosos, pero debe conocer sus limitaciones y  propias restricciones, aun con estas pegas, no se le puede negar su propia felicidad y ni la tuya.-El viajero le fijo la mirada, sabía que no le vería, pero sentiría la presencia de su mirada - Porque ellos son esponja, absorbe lo bueno y malo de nosotros mismo. …

-Siguiente parada- Sonó el aviso del tren que dentro poco seria la siguiente  parada y que se debería preparar los viajeros.

El extranjero recogió sus trastos, seguía meditando las palabras. El viajero le miro a los ojos y sintió que el mensaje empezaba a marchar en su cabeza, tal vez para despejar sus dudas o aumentar. El viajero solo enseño donde estaba la puerta, ahora le tocaba mover ficha para adelante o atrás.

El tren llego a su parada y el tren volvió a vaciarse. Dejando solo al viajero en todos vagones del tren. El viajero volvió a su rutina. Leer el libro que tenía pendiente.
Afuera de la estación, esperaba una ambulancia. Uno de los camilleros atendió al extranjero.  Se lo llevaron al hospital
-    ¡Ese es mi sitio!- Una persona grito en plena sala de espera de un hospital provincial.
Una de las enfermeras se acerco a la persona en cuestion para que se tranquilizara y dándole entender que había más gente dentro del hospital, pero seguía en su trece.

Se dio un aviso por megafonía para que acudiera a cierta persona a su correspondiente sala para que fuera atendida.

La persona chillona se acerco a la correspondiente sala, sin tocar, ni llamar a la puerta. Entro como si fuera Pedro por su casa.

La sala estaba completamente casi vacía, dos sillas nada más entrar, un escritorio blanco al fondo de la sala  detrás del escritorio. Un separador de tela de la cual se podía distinguir una figura masculina.

-Doctor… Ya estoy aquí- dijo con reparo y con el respecto de alguien puede manejar su vida y/o mejorar su vida.- Quería saber los resultados de mi… cáncer- dijo en un tono lastimero

La figura se giro como si estuviera mirando hacia en dirección a la puerta.

Un moment- Le inquirió al paciente – enseguida me pongo con usted- apostillando el apelativo educado para referirse a una persona en otro idioma.

La persona chillona le sonaba algo las palabras del doctor, como si la hubiera escuchado esta mañana.

La figura salía del separador, sus rasgos …


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