El viajero miro con curiosidad
al extranjero. Sintiéndose un bicho raro, pero un bicho sabia que de que iba el
asunto.
-¿Por qué debía tenerle miedo? –Dijo con toda tranquilidad el
viajero que es otorgada por la experiencia y el conocimiento de los años – Se que le pasa y comprendo su dolencia.
El extraño miro con los ojos
desorbitados, tal vez dentro su interior estuviera formulando la siguiente
pregunta. ¿Como sabe que tengo una
enfermedad y actúa de una forma casi impávida, sin miedo?.
-¿Sabe que me sucede?– le pregunto el extranjero en un tono bajo
casi podría haber sido un susurro.
-Si, - respondió confianza, mientras apostillaba el apelativo de
educado de su lengua materna para referirse un hombre o un caballero- Usted padece hemofilia…
La seguía mirando asombrado
con cara de asombro por identificar la enfermedad en un intervalo de tiempo excesivamente
corto.
-¿Cómo has sabido padecía hemofilia?- pregunto el hombre nervioso.
- Por tu manera de actuar y de hacer las cosas- respondió
llanamente el viajero. – Sabias actuar
de manera precisa y prudencial. Otras personas se habrían sobre saltado un
ataque de nervios por verse sangrar. Otro dato que me dio la pista, es tu
tiempo que has estado sangrado por la nariz, de lo normal solo dura 5 a 20
minutos, has estado más tiempo de los
normal.
El extranjero agacho la mirada
mientras meditaba las palabras del viajero. Un pensamiento pasó por la cabeza
del extranjero. Conocía la enfermedad y
como debía tratarla en cada momento.
-¿Padeces esta enfermedad?- pregunto con curiosidad y con cierta
esperanza de sentirse dentro con uno de sus pares.
-No- mientras negaba con la cabeza al extranjero - ni tampoco soy portador, pero mi padre era
hemofílico. Por eso, se como se trata la hemofilia. También existen varios
grados y también que no es una enfermedad contagiosa como la gripe.
El extranjero, asintió como si
todo lo que hubiera dicho una verdad tras otra. El razonamiento era
completamente valido y plausible.
El extranjero repitió su ciclo
vicio casi sin darse cuenta. En ese momento, se percato que le había cazado en manía
personal, pero el viajero no le dio más importancia de percatarse de su vicio
personal.
-Debo parecer un extraño con esta manía mía…- dijo el extranjero mientras
agachaba la mirada como si fuera una chaval que le había pillado haciendo una
trastada.
-Es normal que le preocupes por su infante… -dijo el viajero,
mientras miraba la ventana del tren. -… porque
es una parte importante de su vida.
-Ya,….- El extranjero tiro su cabeza casi hasta dejarlo entre sus
piernas – pero tengo miedo que sea
rechazado por lo que es…
- Solo - Se volvió hacia al
extranjero- es un infante,- el
extranjero se sacudió ante la idea más inocente- nada más. Tenemos miedo aquello es desconocido o nos da miedo, pero
ellos están bendecidos con el don más preciado: por su propia inocencia. Ellos también
puede jugar con otros niños, ser felices, justos, mimosos, pero debe conocer sus
limitaciones y propias restricciones,
aun con estas pegas, no se le puede negar su propia felicidad y ni la tuya.-El
viajero le fijo la mirada, sabía que no le vería, pero sentiría la presencia de
su mirada - Porque ellos son esponja, absorbe
lo bueno y malo de nosotros mismo. …
-Siguiente parada- Sonó el aviso del tren que dentro poco seria la
siguiente parada y que se debería preparar
los viajeros.
El extranjero recogió sus
trastos, seguía meditando las palabras. El viajero le miro a los ojos y sintió que
el mensaje empezaba a marchar en su cabeza, tal vez para despejar sus dudas o aumentar.
El viajero solo enseño donde estaba la puerta, ahora le tocaba mover ficha para
adelante o atrás.
El tren llego a su parada y el
tren volvió a vaciarse. Dejando solo al viajero en todos vagones del tren. El
viajero volvió a su rutina. Leer el libro que tenía pendiente.
Afuera de la estación, esperaba una
ambulancia. Uno de los camilleros atendió al extranjero. Se lo llevaron al hospital
- ¡Ese es mi sitio!- Una persona
grito en plena sala de espera de un hospital provincial.
Una
de las enfermeras se acerco a la persona en cuestion para que se tranquilizara
y dándole entender que había más gente dentro del hospital, pero seguía en su
trece.
Se
dio un aviso por megafonía para que acudiera a cierta persona a su
correspondiente sala para que fuera atendida.
La
persona chillona se acerco a la correspondiente sala, sin tocar, ni llamar a la
puerta. Entro como si fuera Pedro por su casa.
La
sala estaba completamente casi vacía, dos sillas nada más entrar, un escritorio
blanco al fondo de la sala detrás del
escritorio. Un separador de tela de la cual se podía distinguir una figura
masculina.
-Doctor… Ya estoy aquí- dijo con reparo y con el respecto de alguien puede manejar
su vida y/o mejorar su vida.- Quería
saber los resultados de mi… cáncer- dijo en un tono lastimero…
La
figura se giro como si estuviera mirando hacia en dirección a la puerta.
Un moment-
Le inquirió al paciente – enseguida me
pongo con usted- apostillando el apelativo educado para referirse a una
persona en otro idioma.
La
persona chillona le sonaba algo las palabras del doctor, como si la hubiera
escuchado esta mañana.
La
figura salía del separador, sus rasgos …
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